Quintanar de la Orden, Toledo, 1498 - ¿?
Condenado por la Inquisición. Eugenio Lucas Velázquez. Museo del Prado
Otro caso popular especialmente significativo de la condición de la mujer en el entorno de las Comunidades, lo encontramos en Francisca “La Brava”. Era hija de pastor, casada con un cardador y madre de una pequeña familia típica de la Castilla rural. De acuerdo con los pocos datos que conocemos de su proceso, era una mujer creyente aunque no destacaba por ser especialmente piadosa ya que, entre otras cosas, demostró un conocimiento doctrinal bastante escaso.
Su protagonismo fue efímero y tuvo lugar en el año 1523, en concreto, en los días 21 y 23 de octubre cuando Francisca tuvo dos visiones de la Virgen que comunicó a su marido, al cura y a algunas mujeres del pueblo. En ellas no se manifestaba o recomendaba ninguna práctica heterodoxa, sino actuaciones bien vistas por la jerarquía eclesiástica como eran la práctica de misas y oraciones por los difuntos y la realización de penitencias en lugares vinculados a la devoción popular.
Al correr la noticia se desató una histeria colectiva que llevó a varias mujeres del pueblo a besarla en boca y ojos por considerar que eran las partes de su cuerpo que estaban en contacto directo con la Virgen. También, a llevarse piedras de su casa por su consideración de valiosas reliquias.
Ante el auge de estos comportamientos extremos fue denunciada, apresada y sentenciada en poco tiempo. Así, el tribunal de la Inquisición en Cuenca la condenó a ser puesta sobre un asno y sufrir cien azotes por las calles de Belmonte, desnuda de medio cuerpo y a otros tantos en su villa de Quintanar. También a dejar de hablar de las visiones que le habían llevado a sufrir tan importante castigo.
Su particular condena hay que interpretarla como muestra de la voluntad de la jerarquía eclesiástica de acabar con un mundo popular y milagrero que hasta entonces había sido habitual, tal y como lo demuestran las numerosas tradiciones sobre apariciones que acabaron en fundaciones de ermitas tan solo unos años antes de los sucesos a los que nos referimos. Sin embargo, hay otro aspecto aún más importante para comprender el verdadero peligro que los inquisidores habían visto en aquella conducta. Es la afirmación de que, desde ese momento, ninguna mujer podía presentarse como mediadora o intermediaria con la divinidad. De esta manera, la autonomía religiosa femenina perdió protagonismo en las clases populares al no poder practicar sus viejas creencias, ni optar por la práctica de la religiosidad interior que emprendieron otras mujeres mejor formadas en los mismos años.
Los comportamientos de unas y otras, muestran la existencia de una voluntad femenina de cambio no correspondida, que tuvo como dura consecuencia una persecución específica, tal y como lo muestra el incontestable hecho de que protagonizaran el mayor número de condenas.
Organizada por las Cortes de Castilla-La Mancha con la colaboración de la Real Fundación de Toledo