Guadalajara, c. 1480 - ¿Toledo? c. 1550
Retablo de La Epifanía. Convento de San Pablo (Toledo)
Se conocen muy pocos datos de su biografía. Se sabe que el personaje debió nacer en Guadalajara y probablemente en el seno de una familia conversa, ligada a los intereses de los poderosos Mendoza.
Frente al resto de mujeres tratadas hasta ahora, Isabel es un ejemplo diferente, al no estar ligado con la nobleza ni con el círculo humanista cortesano, aunque aprovechó el momento de transigencia que éste consiguió para difundir sus ideas y adquirir protagonismo. De hecho, en poco tiempo, se convirtió en la heterodoxa más destacada e influyente del reino de Castilla, principal protagonista del denominado proceso de Toledo por parte de la Inquisición, que culminó con su condena en 1529.
Los primeros datos sobre su vida datan de 1512. En ellos aparece como beata sujeta a la regla franciscana en su ciudad natal. A partir de ese momento se volcó en una interpretación de la religiosidad menos rutinaria y más personal, que incluyó la defensa del abandono de algunas formas exteriores de practicar la religión que tanto promovía la Iglesia oficial, para dar lugar a un movimiento renovador conocido con el nombre de “los alumbrados”.
Su papel fue creciendo en importancia hasta convertirse en referencia de un amplio grupo de personas, mayoritariamente de conversos, que empezaban a sufrir un proceso de segregación social que iba a condicionar negativamente su vida en el futuro más inmediato. En ese mundo considerado claramente como injusto, sus miembros buscaron una salida personal basada en la potenciación de su vida interior y en la apertura de nuevas vías para alcanzar la perfección, más vinculadas con el amor que con la razón, coincidiendo con algunas de las propuestas erasmistas y luego protestantes.
Isabel fue una mujer de limitada formación pero de fuerte personalidad. Su protagonismo le llevo a ser denunciada en 1519 y a su encarcelamiento en 1523. En 1529 fue sentenciada a reclusión perpetua, pena que le fue conmutada en 1538 por la celebración pública de todas aquellas prácticas que ella aborreció, como eran las penitencias y la asistencia a romerías o procesiones. De hecho en 1540 todavía aparece en la documentación como “reconciliada de hereje” en la ciudad de Toledo.
Su proceso tuvo lugar en el momento crítico de las Comunidades de Castilla, que marca el final de ese tiempo de apertura en el que la mujer pudo alcanzar protagonismos hasta entonces insospechados. Desde entonces, tanto el proceso unificador cultural y político impuesto por Carlos I, como los dictados del Concilio de Trento y la Contrarreforma, vinieron a poner fin a esa ventana de oportunidad que tanto había costado alcanzar.
Organizada por las Cortes de Castilla-La Mancha con la colaboración de la Real Fundación de Toledo